Tuesday, May 11, 2004

Chigüi o Peregil

Chigüi o Peregil

Sentado en ese trono de barbero, mientras que éste rasuraba la barba de más de un mes, el Chigüi, apostado en mi izquierda, me hablaba de un gitano canastero que tenía la capacidad de encontrar agua sólo con el olfato que la madre naturaleza le había otorgado. Waterman le decían. Terminó yéndose a “yuston”, Texas, pero en cierta ocasión los nigerianos reclamaron su nariz para un doble servicio; el petróleo y el agua. Dos grandes bolsas, una encima de la otra, debían de ser definidas topográficamente con el olfato más preciso. La una para los ricos y poderosos del primer mundo, la otra para los demás mundos, que no son pocos.
Casi sin darme cuenta, en el espejo que tenía enfrente, aparece reflejado el Peregil con su coloquialismo expresivo. Comenzó a contar otro de sus pormenores, que, acaso de su desmemoria, iba recomponiendo con otras aventuras y desventuras de juventud. Total, la realidad no es la que uno ve, sino la que uno compone... la historia va sobre un niño que es contratado en el campo para dar sombra a un botijo durante la jornada laboral. Su función era sencilla, ir moviéndose de espaldas al sol para con ello proyectar su sombra sobre el cántaro. Quizás sea la única ocupación que conozco donde la sombra de uno produzca beneficios. En el fondo no es más que otra historia de agua. ¿Qué tendrán estos dos con el agua?, tendrán sed. No he terminado de decir la frase cuando aparece el otro peluquero con unos vinos olorosos de la tierra. Esto es gloria bendita, decimos todos a la vez. Llegan en buena hora, seguro que fundirán la sed. Bueno la de los pobres, porque la de los ricos se apaga con petróleo. Mismamente contesta el Chigüi.
Oye Peregil termina lo del niño, que nos vas a dejar en ascuas. Bueno otro día, ahora saboreo esta copa de vino. Maestro, no se lo he dicho pero con la barba se parece usted al Che. Qué va, lo de la barba es dejadez, nada más. Cuando no me afeito mi mujer me reprocha que cuándo lo voy a hacer, y cuando la tengo poblada no quiere que lo haga, no hay quién las entienda. Dímelo a mí. Lo mío es como un ritual, con los jabones baratos de los de antes. Ahora entiendo yo las bullas que mi abuelo me daba cuando de chico jugaba con sus jabones. No era por lo que costara el jabón, eso es na, era por lo que significaba dentro del ritual, lo mismo que me pasa ahora a mí. ¿Quién habla el Chigüi o el Peregil?. Barbero y tú qué dices. Yo estoy callao por no cortarte.

Continuará...

josetejero@hotmail.com

0 Comments:

Post a Comment

<< Home